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Introducción

El melanoma maligno se origina a partir de melanocitos anómalos, afectando principalmente a la piel, aunque no se limita a ella. Su incidencia está aumentando a nivel mundial, con una tasa de 10 a 25 nuevos casos por cada 100.000 habitantes en Europa (Garbe et al., 2022). El melanoma cutáneo es el tipo más común, representando más del 90% de los diagnósticos en poblaciones de raza blanca (Long et al., 2023).

Su transformación maligna se atribuye principalmente a los efectos mutagénicos acumulativos de la radiación ultravioleta (UV), responsable de más del 75% de los casos (Cust et al., 2011; Arnold et al., 2018), lo cual se alinea con el aumento de la exposición a la radiación UV en los estilos de vida contemporáneos (Karimkhani et al., 2017). Además, alteraciones heredadas en la línea germinal, incluyendo mutaciones en genes como CDKN2A, MC1R y BAP1, así como factores de riesgo fenotípicos como tonos de piel claros, sensibilidad al sol y el tipo o número de nevus, desempeñan un papel importante en el proceso de transformación maligna (Long et al., 2023).

Entre las alteraciones oncogénicas, las mutaciones en BRAF son las más frecuentes, ocurriendo en el 40%-50% de los casos de melanoma cutáneo (Cancer Genome Atlas N.; 2015), siendo las mutaciones BRAF V600E/K responsables del 90% de las anomalías en este gen (Jenkins et al., 2021). Además, se observan mutaciones en NF1 en el 20%-30% de los casos, y en NRAS en el 10%-15% (Cancer Genome Atlas N., 2015).

El melanoma cutáneo se clasifica como melanoma in situ o localizado cuando está confinado a la epidermis, y como invasivo cuando los melanocitos tumorales penetran la dermis. El melanoma invasivo se ha categorizado tradicionalmente en cuatro subtipos principales: melanoma de extensión superficial (SSM), melanoma nodular (NM), melanoma lentiginoso acral (ALM) y melanoma lentigo maligno (LMM) (Garbe et al., 2022). Actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desarrollado un nuevo sistema de clasificación para tumores cutáneos, diferenciando nueve subtipos de melanoma según la patogenia y su asociación con la exposición solar (Elder et al., 2018). Además, el melanoma se estadifica según la 8.ª edición del sistema TNM del AJCC, categorizando a los pacientes en:

  • enfermedad localizada (estadios I-II)
  • diseminación a los ganglios linfáticos (estadio III), y
  • enfermedad avanzada o metastásica (estadio IV) (Gershenwald et al., 2017)

Aproximadamente el 90% de los melanomas se diagnostican como tumores primarios sin metástasis, tratándose típicamente con escisión quirúrgica amplia. Estos pacientes presentan una tasa de supervivencia a 10 años que oscila entre el 75% y el 95% (Garbe et al., 2022). Sin embargo, el melanoma es uno de los cánceres humanos con mayor capacidad metastásica, siendo responsable de aproximadamente el 90% de las muertes atribuibles a tumores cutáneos (Garbe et al., 2022). Las etapas avanzadas de la enfermedad presentan un pronóstico significativamente peor.

A pesar del desarrollo de guías clínicas actualizadas y sólidas para el manejo del melanoma, persisten ciertas lagunas en su aplicación en la práctica clínica diaria, particularmente al abordar escenarios clínicos complejos o áreas donde la evidencia aún es limitada (Coit et al., 2019; Michielin et al., 2020), lo que deja espacio para la heterogeneidad en las decisiones clínicas.

Aunque estos comités multidisciplinares son ampliamente reconocidos como esenciales para proporcionar una atención integral y centrada en el paciente, su estructura y procesos varían ampliamente, lo que conduce a inconsistencias en la calidad de la atención ofrecida (Balch et al., 2020).

Para abordar estos problemas, se requiere un enfoque sistemático que identifique las áreas de incertidumbre y desarrolle recomendaciones basadas en consenso.


El método Delphi, precedido de una revisión sistemática de la literatura, ofrece una metodología probada para lograr este objetivo. Este proceso estructurado e iterativo recoge la opinión de un panel de expertos, permitiendo la síntesis de diversas perspectivas y el desarrollo de recomendaciones prácticas.

Aprovechando la experiencia colectiva de un comité multidisciplinario formado por dermatólogos, oncólogos, cirujanos y patólogos, un consenso Delphi puede cerrar brechas en el conocimiento y en la práctica, ofreciendo una guía clara para los clínicos ante escenarios complejos o inciertos (Hasson et al., 2000).

Este Proyecto de Consenso Delphi tiene como objetivo explorar los aspectos no resueltos del melanoma y alcanzar consenso sobre varios aspectos críticos de su manejo, incluyendo estrategias terapéuticas para escenarios clínicos en los que las guías actuales proporcionan recomendaciones limitadas o contradictorias; establecer las estrategias óptimas de seguimiento; identificar marcadores de calidad que puedan utilizarse para mejorar la atención al melanoma; y desarrollar recomendaciones sobre las mejores prácticas para la composición y funcionamiento de los comités de tumores.

Al abordar estos objetivos, el proyecto busca mejorar los resultados clínicos de los pacientes con melanoma y reforzar la consistencia en la atención entre los profesionales sanitarios en España. Las conclusiones y recomendaciones de este consenso Delphi están destinadas a complementar las guías existentes, proporcionando a los clínicos herramientas prácticas y contextualizadas para abordar las complejidades del manejo del melanoma.

Referencias:

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